Ayer me visitó Teresa Sosa, vecina de San José. En el año 1975, Teresa era una empleada de comercio mas, que trabajaba 8h por día para aportar a la economía familiar y estaba embarazada de su segundo hijo. Pero para la dictadura cívico-militar ella era peligrosa sólo porque era sobrina de un histórico dirigente sindical de FOTIA, Leandro Fote.
Teresa y su marido fueron secuestrados, ella estuvo prisionera, desaparecida. Durante 3 años visitó distintos centros clandestinos de detención, la torturaron y tuvo a su hijo en cautiverio.
Un día la pusieron a disposición del Poder Ejecutivo de la Nación y hasta 1982 la trasladaron a distintas cárceles y la separaron de sus hijos. Su esposo no tuvo la misma suerte, a su familia le entregaron un cuerpo sin vida.
Teresa nunca había actuado en política, nunca había ido a una manifestación, solamente soñaba con formar su familia junto a su marido que trabaja con un camión haciendo viajes.
En esta fecha, se escucharán, con razón, muchas declaraciones políticas por los Derechos Humanos, que fueron sistemáticamente vulnerados por la dictadura genocida; por eso hoy quiero dejarles está historia, que fue la historia de muchos, que fue la historia de todos, para que quede, tan solo, como una declaración humana sobre los derechos políticos.